Infografías: El arte de visualizar datos en cinco pasos
Vivimos rodeados de un exceso de información y datos, lo que el experto Alfonso Cornella denominó hace algunos años como infoxicación. A esta realidad se unen otras: la rapidez en el consumo de la información y el formato cada vez más visual de esta.
Todo ello está transformando cómo las empresas (y las personas) transmiten sus mensajes, ideas y contenidos. La imagen es un lenguaje más importante cada día: fotografías, videos, carteles e infografías son algunas de los soportes del lenguaje visual.
El diseño de infografías es un arte multidisciplinar que pretende transmitir un conjunto de datos e información de forma visual, simplificada y, casi siempre, sencilla. Como todo arte o técnica requiere un proceso. A continuación te ofrecemos cinco claves para diseñar, encargar o gestionar el diseño una infografía profesional.
Procesa los datos con rigor
El primer paso para diseñar una infografía es recopilar datos e información de fuentes fiables. Tanto si se recurre a fuentes externas como si trabajamos con datos propios, no debemos alterar los datos ni su significado, aunque no estén alineados con nuestras hipótesis previas. Deben ser tratados de forma rigurosa, para ello hay que analizarlos, filtrarlos y, por último, clasificarlos en función de su temática, tipología y de cuál sea nuestro objetivo de comunicación.
Si tienes datos tienes una historia que contar
Los datos parecen asépticos, sosos y para muchos resultan antipáticos. Pero los datos cuentan muchas historias. El problema es que raramente son comunicados de forma atractiva, tanto en el desarrollo narrativo como con una estética de calidad. Por ello, una vez recopilados y analizados, hay que desentrañar las ideas que atesoran y construir una historia, porque una buena historia es más fácil de recordar.
Crear una historia nos permitirá ordenar la información, jerarquizarla y trazar un recorrido a través del cual nuestro público irá recibiendo los mensajes e ideas que deseamos comunicar. Además, esta estructura nos facilitará una de las tareas de la fase del diseño: la composición de la infografía, ya que esta debe seguir el recorrido narrativo que hemos construido.
No te olvides del público objetivo
¿A quién va dirigida la infografía? De la misma forma que no es lo mismo diseñar un libro de cuentos para niños que la memoria anual de una gran empresa, debemos tener en cuenta quién es el público objetivo de nuestra infografía. En este paso es importante que analicemos las características de nuestro público. Cuál es su perfil sociodemográfico, sus gustos, preferencias, etc. El éxito de la comunicación depende en buena medida de tener bien radiografiado al público objetivo. Si no que se lo pregunten a los buenos publicistas.
Define una estética acorde a tu público y tu mensaje
Ya tienes los mensajes que deseas comunicar, el público a quien va dirigido y una historia que contar; es el momento de entrar en la fase del diseño gráfico. Infografías hay de muchos tipos desde el punto de vista de la gráfica utilizada, así nos podemos encontrar los siguientes tipos:
Abstracto e intuitivo: con un diseño más bien minimalista, donde el orden, los bloques de color y la geometría de las formas ofrecen la información de forma muy organizada y sencilla. Son infografías bidimensionales.
Realistas o tridimensionales: se trata de representaciones figurativas, es decir, dibujos o ilustraciones muy parecidas al objeto real que representan. Son infografías muy atractivas visualmente, pero que requieren un gran esfuerzo para los diseñadores.
Artísticas: son infografías generadas a través de programas informáticos que realizan representaciones visuales de grandes volúmenes de datos. Su función no es tanto la de transmitir una información, sino la de crear imágenes basadas en información. Es una tendencia reciente a medida que la tecnología y el fenómeno del big data avanza.
Composición, color y tipografía
Un buen diseño de infografías (y de cualquier producto gráfico) depende de muchos elementos, pero un buen manejo de estos tres elementos te asegurará no cometer errores básicos.
La composición hace referencia a la disposición de los objetos en el espacio. Estos pueden ser texto, gráficos, símbolos o iconos, fotografías, números, etc. Como decíamos anteriormente, la composición debe respetar el hilo narrativo, es decir, la información debe estar secuenciada de forma que los mensajes se vayan leyendo en el orden que hemos pensado. Una buena composición debe cuidar el equilibrio, la armonía, el contraste, el espacio blanco, etc.
El color es otro de los elementos clave. La elección del color puede captar la atención de nuestro público o hacer que nuestra infografía pase desapercibida. También nos permite destacar algunos elementos frente a otros. Una buena paleta de color es aquella que nos permite que el diseño sea organizado, lógico y que exprese mejor el tema. Tampoco hay que olvidar a nuestro público objetivo: ¿elegirías los mismos colores para una infografía destinada a los niños que a los accionistas de una gran empresa?
Por último, la tipografía, el gran recurso gráfico. Seguramente puedes realizar una composición estática y en blanco y negro, pero si eliges una buena tipografía adecuada para la temática que vas a representar, el resultado será más que aceptable. No hace falta que utilices muchas tipografías, con una o dos será suficiente. Lo importante es que sea una buena tipografía y que utilices todos las opciones que te ofrece: tamaño, peso, mayúsculas, minúsculas, color. Si usas correctamente una buena tipografía se convertirá en tu gran aliada.
Como decíamos al principio, el diseño de infografías es un arte multidisciplinar que requiere manejar elementos de diferentes características: datos, narrativa, diseño gráfico. Si quieres adentrarte en el mundo de las infografías, comienza por trabajos sencillos. Si necesitas crear una infografía más compleja, recurre a profesionales porque tu imagen personal o la de tu empresa están en juego.