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El libro de poesía dentro del diseño editorial

El libro de poesía dentro del diseño editorial

 

Poesía, un sector marginal

La poesía, a principios del siglo XX era el género literario menos comercial de la industria editorial. Por ello, eran pocas las editoriales que se aventuraban a publicar en exclusiva catálogos de poesía. Era difícil publicar en editoriales como Signo, Losada, América, Ebro… Y la autoedición era cara y tecnológicamente compleja (imprentas de tipos de plomo) para los autores que quisieran dar a luz sus versos.

Además de lo anterior, la poesía siempre ha sufrido un fenómeno de localismo. Mala distribución, tiradas cortas de ejemplares… con lo cual su popularización ha sido muy limitada, siendo confinada casi siempre a un espacio para especialistas, militantes poéticos y bibliófilos.

La reprografía y la era digital

Pero ya en los 80, con el advenimiento de la reprografía y en los 90 con la eclosión de la era digital, y, por consiguiente, el abaratamiento de los medios de producción por una parte y la democratización tecnológica, que hizo accesibles a todo el mundo los programas de edición, unido a la cultura “do it yourself” del punk de finales de los 70, hizo posible la proliferación de publicaciones, desde formatos más modestos como fanzines y revistas a formatos más caros como libros con tiradas offset de 500 o 1.000 ejemplares.

Boom poético

En la actualidad vivimos un auténtico boom poético, con miles de títulos publicados, algunos de ellos denominados “superventas”, cientos de editoriales, muchas modestas (conocidas como independientes), que imprimen mediante imprentas digitales, que posibilita hacer tiradas pequeñas de forma rápida, en función de la necesidad de ejemplares para la venta.

Al haber menos riesgos económicos, la autoedición también ha experimentado un crecimiento acelerado por la posibilidad de promoción a través de las redes sociales, los blogs literarios, e-books, etc…, poniendo en contacto de forma directa el libro con el lector sin necesidad de pasar por una editorial.

Papel quemado

A día de hoy se publican muchos títulos, pero muchos, literariamente, son malos (papel quemado). El sector de la poesía se ha convertido en un maremágnum de vanidades publicadas sin filtro, propio de las dinámicas narcisistas y de la sociedad de la información. Y es el lector a quien le toca cribar y escoger, casi siempre desde unos criterios de novedad, más que desde la lectura crítica o la originalidad de la obra. Por tanto, atendemos a una fenomenología pop de la edición que hace que la competencia a la hora de elegir sea tremenda.

Muchos libros pero muy “feos”

Ante esta sobreabundancia de títulos, no solo cuesta encontrar libros literariamente válidos, también en cuanto a su diseño. Mayoritariamente son ediciones poco cuidadas. Atendemos a auténticos desaguisados tipográficos, portadas erróneas y libros que siquiera generan márgenes, interletrados e interlineados adecuados.

La tradición

Tradicionalmente, el libro de poemas se caracterizaba por su limpieza, el uso exclusivo de tipografía, en una o dos tintas y en ocasiones algún grabado para la portada. El poema es un texto que favorece interlineados amplios y el blanco de la página para remarcar ese carácter etéreo.

Las familias tipográficas usadas siempre han sido con serifa: garaldas como la Garamond, reales como la Baskerville o didonas como la Bodoni.

Vanguardias históricas

El uso de tipografías de palo seco como la Futura o incisas como la Óptima fue impulsado por vanguardias históricas como surrealistas, dadaistas y futuristas. Libros de poesía que liberaban el verso de su concepción estrófica y que hacían del diseño una herramienta, no solo de disposición del texto en la página, sino de expresión de la letra en el lienzo en blanco del papel. La “licencia poética” hacía de la maquetación un universo de posibilidades expresivas que llegó a su apogeo en 1950 con el movimiento brasileño noingandres y la poesía concreta: unos textos que intentaban romper los límites tradicionales de la palabra y hacerla expansiva fuera del papel.

Hacia la postmodernidad

A partir de los 70 del siglo pasado abundaron los libros de poesía que utilizaban familias comunes en las máquinas de escribir o la prensa como la egipcia o mecano: tipos como la Rockwell, Lubalin Graph, Calvert o Courier New. Editoriales que nacen por entonces como Visor o Hiperión son un claro exponente de esta tendencia.

Aunque seguían abundando las editoriales que mantenían diseños clásicos, usando familias tipográficas como la tradicional y su más reconocible tipo: la Times. Editoriales como Pre-textos, Calambur, Renacimiento, Lumen, Tusquest, Olifante… Constituyen la ortodoxia del diseño de libros de poemas.

Diseño contemporáneo

La proliferación de autoediciones y editoriales pequeñas requeriría de un auténtico estudio de campo para encontrar las tendencias de diseño para el libro de poemas actual. A nivel tipográfico recomendamos la Tesis Doctoral “Análisis del libro valenciano desde la perspectiva de su forma tipográfica” de Juliana Javaloy Estañ, donde hay una amplia muestra de trabajos contemporáneos, incluido algunos libros de poesía.

La poesía pierde los papeles

Pero la cuestión central a recalcar es que el diseño se sigue descuidando, no solo tipográficamente, también en cuanto a conceptos como composición, armonía o materiales.

Uno de los principales ajustes que viene sufriendo el diseño de libros de poemas es en los papeles usados. Las imprentas rápidas suelen ofrecer precios cerrados a un tipo de papel satinado y gramaje en 80 y 100 gr. Y en el caso de las tapas, suelen ser limitantes a couché 300 gramos + glasofonado. Se busca el precio ante todo y eso suele ir en detrimento de la calidad de impresión y el objeto (limitado además a formatos standard).

Llega el color

Aunque es verdad que también con las imprentas rápidas se posibilita la edición a todo color a un conste menor que las antiguas cuatricomías. Por lo tanto, proliferan los libros de poesía ilustrados o en diálogo con fotografías.

Excelencia en el diseño

No obstante, basándonos en los principios del buen diseño editorial: papeles empleados, tipografía, legibilidad, composición, belleza y originalidad encontramos, sobre todo en la edición independiente, editoriales que están renovando y haciendo un gran trabajo: Ya lo dijo Casimiro Parker, La Uña Rota, Arrebato, Aristas Martínez, Belleza Infinita, Delirio, Abada

De hecho, es raro el año que no encontramos colecciones o libros de poesía entre los seleccionados en los “Premios Daniel Gil” de diseño editorial.

¿Quieres saber cómo diseñar un libro de poemas en 10 pasos?

 


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